Sunday, September 30, 2007

Luther Blisset y Stark Trek




¿Qué demonios es el Proyecto Luther Blissett?

Citas seleccionadas de Luther Blissett, Mind Invaders: Come fottere i media. Manuale di guerriglia e sabotaggio culturale, Castelvecchi, Roma 1995. Traducción española en Pánico en las redes. Teoría y práctica de la guerrilla cultural, Literatura Gris, Madrid, 2000.

[Este libro no es] un resumen teórico de las fases tempranas del Proyecto Luther Blissett ni nada parecido, sino una deriva por fenómenos y signos de una forma nueva de pensar y de cambiar la vida cotidiana. Hoy es posible alcanzar la unidad esencial entre sueño y acción con vistas a una liberación total. Para ello es preciso desembarazarse de una vez por todas del concepto de individuo. Este concepto es profundamente reaccionario y antropocéntrico y está asociado a la idea de originalidad y a los derechos de autor. Hemos de abrazar por el contrario la idea de condividuo, es decir de una singularidad múltiple cuyo despliegue entraña nuevas definiciones de"responsabilidad" y de "voluntad", y que no facilita precisamente las cosas a abogados y jueces..

Cualquier cuerpo-mente simple (cualquier in-dividuum) está atravesado por flujos vorticales de comunicación que exceden los límites del cuerpo individual y crean una comunidad inestable de singularidades: con-dividualidad. El plagio, los nombres múltiples y el uso antagonista de las redes han sido -y son todavía- fases importantes en nuestro camino hacia la condividualidad.

En un episodio de Star Trek. The Next Generation titulado 'Darmok' (fecha estelar 45047.2), la tripulación de la Enterprise encuentra a los oscuros y misteriosos tamarianos, cuyo idioma es incomprensible para los humanos y para los demás pueblos de la Federación. La lengua tamariana parece un listado de nombres y fechas. Sus frases no tienen lógica ni coherencia sintáctica.

En el curso del episodio nuestros héroes se dan cuenta de que los tamarianos citan acontecimientos sacados de su historia y de su mitología, acontecimientos que representan precedentes/recuerdos a partir de los cuales pueden hablar en cualquier circunstancia actual. Por ejemplo: 'Shakah, las paredes derrumbadas' significaría fracaso, 'la he cagado' o '¡maldita sea!'. 'Tembah, los brazos abiertos' se traduce por 'generosidad', 'por favor, acepta este presente' o 'gracias por el regalo'. 'Mirah, sus velas al viento' significa 'huida', 'fugitivo', 'vámonos' o 'voy'. 'El río Temark en invierno' quiere decir 'inmovilidad', '¡no te muevas!' o '¡manos arriba!'. 'Sindah, su cara negra y sus ojos rojos' significa 'muerte', 'morir', 'mortecino', etc.

La lengua tamariana no es lógica/referencial -es simbólica, imaginativa, icónica, analógica. Su evolución no ha precisado definir lo que suele llamarse 'identidad'. En la medida en que la audiencia la entiende, no se trata de una "estructura" totalitaria que articule una sociedad orgánica. Las diferencias singulares no resultan allanadas en nombre de la tradición o de una memoria monumental acrítica. Por el contrario, los tamarianos producen colectivamente un tesoro de cuentos e imágenes que constantemente se modifican. Sus relaciones interpersonales son tipos de función que cada-dividuum se apropia, y por tanto niegan todo rol e "identidad". Para ellos este mundo compartido de experiencias y emociones, esta auténtica comunidad, no se contradice con la "singularidad", porque no son individuos, su ego es múltiple y multiversal y su subjetividad está descentralizada. No distiguen entre sujeto, predicado y objeto: frases como las citadas anteriormente se construyen a partir de un sentido genérico de "faltar", "dar", "ir" y "permanecer", acciones que se aceptan implícitamente como complejo, rico en significados e irreductible a cualquier análisis lógico. Esto crea situaciones que no pueden definirse mediante el lenguaje ni quedar atrapadas en él.

Los guionistas Philip Labeznik y Joe Menosky son buenos lectores. Conocen bien El Crepúsculo de los Idolos de Nietzsche:

En su origen, el lenguaje pertenece a la época de la forma más rudimentaria de la psicología. Entramos un reino de fetichismo crudo cuando invocamos ante la conciencia los presupuestos básicos de la metafísica del lenguaje, en palabras más simples los presupuestos de la razón. En todas partes ve un hacedor y sus actos; cree en la voluntad como causa; cree en el ego, en el ego como ser, en el ego como substancia, y proyecta esta fe sobre todas las cosas -sólo por ello crea primero el concepto de "cosa". En todas partes el "ser" es pensado, comprendido, promovido implícitamente como causa; el concepto de ser es la continuación, y un derivado, del concepto d e ego. [...] "Razón" del lenguaje, ¡vieja engañosa! Me temo que no nos hemos librado de Dios porque todavía tenemos fe en la 'gramática'.

El idioma tamariano no es secreto ni excluyente. No es una jerga que la comunidad haya creado para protegerse del exterior. Los tamarianos quieren compartir su imaginario y su memoria, ampliar y enriquecer su mitología para entender y hacerse entender. En realidad, como resulta imposible comunicarse con ellos sin compartir los mismos mitos, el lenguaje tamariano asimila otros nuevos, como el de Daton, el capitán de la nave espacial tam ariana, y el capitán Jean-Luc Picard cuando son tele-transportados a Eladril IV, un planeta deshabitado donde tienen que cooperar y enfrentarse a la irradiación destructiva de una criatura desconocida hecha de pura energí a. Esta situación se inspira en lo que se conoce como "Darmok y Tjalad en Tanagra", dos héroes de la mitología tamariana atrapados en una isla habitada por una peligrosa bestia. Quien vea este episodio no olvidará la exul tación de Daton cuando Picard comienza a entender sus mensajes: "Sukat, los ojos destapados". Sólo Picard sobrevive, y su recuerdo permanece todavía: desde entonces, tamarianos y federados expresarán su voluntad de comuni carse diciendo: "Picard y Daton en Eladril".

Podría conformarme con decir que un nombre múltiple es un escudo para defenderse del poder existente cuando trata de identificar y encontrar a sus enemigos, un arma en manos de lo que Marx describió irónicamente como " el lado malo" de sociedad. En Spartacus, de Stanley Kubrick (E.E.U.U., 1960), todos los esclavos derrotados capturados por Crassus afirmaban ser Spartacus, igual que todos los zapatistas son Marcos y todos los míos son Lu ther Blissett.

Pero esto no es todo, pues el nombre múltiple es también constructivo, ya que apunta a fundar un mito abierto, un pasar y modificar en el contexto de una red tamariana de eventos. El problema es que tenemos que comprend er aún en qué consiste el mito.

La palabra "mito" se utiliza generalmente para definir algo no real. Los cuentos que los antropólogos describen como "mitos" refieren cosas que nunca ocurrieron. Los cuenta-cuentos no esperan que los mitos vuelvan a su ceder. Para los modernos pertenecen a una lejana "época maravillosa", anterior al comienzo del mundo. Con todo es un error considerar al mito género menor en relación con la historia mistificada: es un acto de institución , el relato de la primera vez que alguien realizó la acción que luego se ha perpetuado como ritual, y sólo porque la acción sobrevive en el ritual ratifica éste todavía algún derecho a las relaciones sociales. Puede trata rse del advenimiento del fundador de una familia real que trajo consigo los instrumentos de civilización, o de las gestas llevadas a cabo por el antepasado más antiguo de una autoridad ritual, o del primer hombre que prac ticó cierto tipo de magia. También hay mitos de los orígenes que nos cuentan cómo el mundo conoció el trabajo y la muerte y cómo se separaron la tierra y el cielo para castigar a quienes habían desobedecido a Dios. Estos mitos pretenden responder a cuestiones universales. La cultura hebreo-cristiana se reconoce más bien en mitos escatológicos basados en un concepto lineal del tiempo y proyectados hacia el futuro, como el milenarismo apoca líptico y el cambio social.

En 1962 el situacionista Raoul Vaneigem escribió:

Nacido de la voluntad de los hombres por resistir a las fuerzas ingobernables de la naturaleza, el mito es una política de seguridad pública que ha sobrevivido a su función propia y se ha establecido despóticamente, reduc iendo la vida a la mera dimensión de supervivencia, negándola como proceso y totalidad.

No es cómodo vivir con el mito, pero es inevitable, como lo fue, en medio del fuego y los derramamientos de sangre de los alborotos y de la lucha de clases, que los humanos pusieran su confianza en esa cristalización de su imaginario colectivo, creyendo que sus acciones serían canalizadas en un devenir lineal y predictible.

El problema no reside en la "falsedad" de los mitos, sino el hecho que sobrevivan a toda forma histórica de necesidades y deseos que han canalizado y reformulado. Una vez ritualizado y sistematizado, el imaginario se c onvierte en el reflejo de los poderes existentes. Los mitos de cambio social se tornan mitos fundadores de la falsa comunidad construida y representada por el poder: el "Progreso" arraigado en la llamada "Humanidad", la p rotagonista de la "Historia", etc., subjetividades abstractas para ser capitalizadas. El mito fundador de E.E.U.U., el del "Salvaje Oeste", derivado al parecer del milenarismo apocalíptico, causó el exterminio de los nati vos y se convirtió en la liga ideológica del imperialismo del siglo XX. En el lado contrario, el mito del "Proletariado" también se corrompió: en lugar de luchar por la autosupresión del proletariado como clase, el movimi ento comunista sentía orgasmos místicos ante cualquier signo de "proletariedad", como las "manos callosas" de los obreros o su "moralidad", mezcla de basura cristiana y una confianza absurda en las ciencias humanas burgue sas. En realidad, los proletarios fueron definidos de acuerdo con la sociología y se identificaron con los trabajadores en el mejor de los casos o con los "pobres" de las Sagradas Escrituras en el peor, e incluso con amba s figuras, cuando Marx había escrito: "El proletariado es revolucionario o no es nada". Las consecuencias directas fueron el realismo socialista de Zdanov, el puritanismo, la represión sexual contra la "decadencia" burgue sa y toda esa mierda.

Sin embargo, las relaciones sociales humanas serían imposibles si tratásemos de deshacernos de símbolos y fantasías en nombre de una racionalidad abstracta. Nuestra imaginación colectiva crearía nuevos mitos. La "desmi tificación" no tiene sentido, hemos de enfocar nuestros esfuerzos en otra dirección: permitir el movimiento imaginario, impedir que cristalice, tratar de entender cuándo y cómo los mitos deben ser deconstruidos, descompue stos u olvidados antes de que la pluralidad de imágenes se reduzca a una imagen única y absoluta. Hemos de surfear las redes, saquear la imaginación colectiva, teletransportarnos a planetas salvajes: Picard y Daton en Ela dril.

El mito no dejará de volver a emerger, ya está en camino. En realidad está siempre aquí, y volverá a aparecer como un tesoro en el momento oportuno. Vendrá, de cualquier forma, como un principio heterogéneo, cuando su pro pio proceso culmine [...] Nunca volvemos al mito, siempre lo reencontramos cuando se conmueven los fundamentos del tiempo por la amenaza de un peligro extremo. (Ernst Jünger, La emboscadura).

El escritor reaccionario alemán Ernst Jünger escribió esto en 1951, aunque describe perfectamente nuestra situación actual. En cualquier caso, el punto de vista de Jünger sólo resulta útil si ponemos el acento sobre el "principio heterogéneo" que desmantela y corta el fragmento. Si no es así tenemos que seguir la larga vida de la monja-prostituta hasta que tocamos tierra y leemos:

Los pueblos nunca abandonan su esperanza en otro Teodorico u otro Augusto, un príncipe cuyo mandato se anuncie en las constelaciones. Sienten que la rama dorada de mito se encuentra bajo la superficie de historia, justo d ebajo de la tierra cortada por los agrimensores del tiempo.

El mito que quiero hacer emerger como un principio heterogéneo, o mejor dicho, como un principio caótico y siempre cambiante, es por el contrario el de la red tamariana de eventos. La armonía, la franqueza y la concord ia resultan aún menos interesantes que la linearidad, y Luther Blissett no es un bardo que cante las gestas de un nuevo Teodorico revolucionario, sino un van-bardo que canta el Gemeinwesen. La comunidad abierta que produc e la red no es una sociedad postrevolucionaria liberada, y menos aún una clase revolucionaria: es nada menos que la revolución en marcha, entendiendo por ésta una evolución imprevisible en el filo de una catástrofe, un ju ego con un desarrollo interminable. No hay 'antes' ni 'después' de la revolución, todo ocurre mientras tanto. El mito tamariano no es sólo una estratagema para empujar a las masas hacia la revolución (a diferencia del mit o de Georges Sorel de la huelga general), ni sólo una estrategia del pars destruens [lado destructivo]. Las alegorías que utilizo en este libro son los cimientos de un nuevo edificio, tienen un importante pars construens [lado constructivo].

Sólo los nativos estalinistas que han sobrevivido al siglo XX siguen diciendo que el rechazo del trabajo es sólo una arma táctica y que al llegar la revolución la gente tendrá que volver a trabajar porque el ocio es de cadente y típico de la depravada clase media. Asimismo, si algún día conspiramos para destronar a la élite capitalista, al día siguiente empezaremos a extender el uso tamariano de mitos, de secretos, de simulación y false dad para crear situaciones, de forma que ese material no quede en manos de esta sociedad burguesa-. No aspiramos a dejar atrás el engaño en nombre de la Verdad y de unas relaciones más "naturales". Que los pseudoanarcocri stianos se ocupen de esa basura altisonante, nosotros no damos una mierda por ella. Como escribió Georg Simmel:

La concordia, la armonía y la cooperación, es decir las fuerzas quintaesenciales de la socialización, están a punto de romperse por la distancia, la competición y el rechazo en la configuración real de la sociedad: las fo rmas fijas de organización que parecen conformar la sociedad o crear una nueva son constantemente perturbadas, desequilibradas, corroídas por fuerzas individualistas irregulares [...] El conocimiento mutuo no es lo único que afecta positivamente a las relaciones: el estado real de las cosas implica ignorancia, así como una cantidad inconmensurable de secreto mutuo [...] El secreto, la ocultación de fragmentos de la realidad por medios pos itivos o negativos, es una de los mayores logros de la humanidad. Durante la infancia expresamos inmediatamente cualquier intención, nuestras acciones resultan accesibles para todo el mundo, mientras que mediante el secre to alcanzamos una ampliación infinita de la vida, porque muchos de sus contenidos no pueden emerger aunque se hagan públicos' (G. Simmel, Das Geheimnis un die geheime Gesellschaft, 1908).

No es preciso señalar que hubiéramos escrito dividualistas en lugar de "individualistas" y proceso en lugar de "estado de cosas." Sin embargo, la descripción de Simmel no atañe sólo a la sociedad burguesa. Puede aplicarse a cualquier asociación humana pasada, presente o futura, a cualquier sociedad (Gesellschaft) o comunidad (Gemeinschaft). Ningu na revolución es tan radical que las personas involucradas en ella logren sacudirse toda alienación anterior y la humanidad entre en el reino de Historia Sagrada, así que es probable que los humanos afronten nuevos proble mas y equivocaciones tras la caída de la élite. Secretos y mentiras serán entonces muy valiosos. El mito no dejará de volver a emerger. El futuro pertenece a la red tamariana de eventos. La comunidad que viene es una comu nidad de riesgos, colisiones y conflictos. Será si cabe aún más conflictiva que ahora, pero no será una competición de marketing ni una guerra civil, sino una síntesis de conflicto y cooperación, una construcción intermin able de situaciones sin perdedores, porque la victoria será el propio de-sarrollo del juego, así como la estipulación de nuevas alianzas temporales y la creación de reglas que incluyan su flanqueamiento y transgresión. Un gran "Picard y Daton en Eladril", algo que nunca hubieras asociado con la superación del capitalismo
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